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Diario de un Pesimista

THOMAS SOPZ 1

THOMAS SOPZ 1 Al pasar cerró la puerta.
La habitación, como un poema roto estaba incompleta. Toda ella eran esquinas y ninguna llevaba a algún sitio. Apenas la luz tenue de una vela que se derramaba desde su llama al suelo. Una cama, una silla… un pequeño cuaderno y un desgastado lapicero. Como cada noche separó una hoja, ya sólo le quedaban tres, y comenzó a escribir:

“Querida Jacqueline:
La luz de tu habitación estaba encendida, como cada noche, esta vez erais dos sombras.
Yo te seguiré siendo infiel, como la lluvia, la noche y la luna. El único legado que te dejaré de mi existencia será que jamás observé el sol si no fue a través de tus ojos.
Atentamente Thomas Sopz”


Dobló la hoja con cariño intentando hacer que coincidiesen los irregulares bordes del lado que antes formaba parte del cuaderno. Con cuidado derramó un poco de cera sobre uno de los bordes y con los dedos la esparció con cariño para cerrar su tesoro. Después de repetir el proceso tres veces, como si de un ritual se tratará, se dirigió a la puerta para dejar su carta en la casa de Jacqueline.

A la mañana siguiente tardaron una hora y cuarenta minutos en reparar en la ausencia de Thomas en el lugar donde trabajaba. Nadie sabia donde vivía ni como localizarle. Dos días después Murray, el chico que tenía una aventura con la telefonista de la zona 3B extensión 114, contó que Thomas había sido encontrado muerto, acuchillado en un callejón. “Era una locura que ya no se pusiese caminar por las calles seguro” , “Thomas siempre había sido un tipo raro”. Fue el tema de la oficina durante toda la tarde

Jacqueline lloraba en su habitación esa misma noche, ahora vacía, porque desde hace tres días ya no llegan cartas

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